DE 0 A 24 MESES
- Neurodesarrollo e integración sensorial
Esta es una etapa de desarrollo neurológico vertiginoso. Muchas de las actividades sicológicas y físicas comenzarán a evidenciarse, como el lenguaje, el pensamiento simbólico, la coordinación sensorial y motriz, y el aprendizaje social. En ningún otro momento de la vida humana este desarrollo neurológico es más rápido que durante el primer año de un infante; basta con apreciarlo mes tras mes.
La combinación de redes neurales que se conectan gracias a la estimulación sensorial son como el terreno fértil y la semilla viva. Y cada vida es un ser único y, a la vez, complementario con toda su especie. La integración sensorial es el proceso neurológico por el cual se organizan las sensaciones para su uso en nuestro diario vivir. Normalmente, el cerebro del infante recibe mensajes sensoriales de su cuerpo y del ambiente, los interpreta y organiza su respuesta para que tengan propósito e intención.
- Movimientos del desarrollo: del cerebro a los pies y del tronco a las extremidades
Las funciones motoras del infante se desarrollan de la cabeza a los pies; a esto le llamamos tendencia céfalo-caudal. Los ojos y la cabeza son las primeras partes del cuerpo que el infante aprende a controlar. Lograr mantener la cabeza y el cuello estables es una habilidad fundamental, que tiene un valor importante de supervivencia.
Cuando el niño o la niña logran esto, pueden respirar adecuadamente, tragar alimentos y desarrollar destrezas de percepción visual que les ayudarán a desarrollar una imagen adecuada de su entorno. Esto será necesario para que comience a explorar objetos y personas. Mientras esto ocurre, su cerebro estará ocupado, trabajando para integrar las sensaciones en su oído, los músculos de sus ojos y los del cuello.
- Tacto, afecto y seguridad
La sensación de tener el pañal mojado hace que el infante esté incómodo, mientras que el toque de las manos de la madre es relajante. Sin embargo, el niño no puede identificar bien dónde está siendo tocado porque su cerebro no puede diferenciar un punto de otro. A esta edad, la sensación del tacto es más importante como fuente de satisfacción emocional. El contacto entre la madre y el infante es esencial para el desarrollo del cerebro y los lazos afectivos. Durante su primer mes, el bebé agarrará, por reflejo, cualquier objeto que toque la palma de su mano. Este reflejo está diseñado por la naturaleza para ayudar al niño sostenerse y no caerse. Ya que el recién nacido no tiene la habilidad para abrir o extender sus dedos, sus manos frecuentemente permanecen formando un puño durante los primeros meses de su vida.